Vengo de una familia sin tradición marina; de hecho, mis padres no sabían ni nadar. Pasaron del río del pueblo al mar de Barcelona, pero el mar nunca dejó de ser para ellos un escenario decorativo que se acababa a las 3 millas. Yo nací en Barcelona, y viví el cambio que sufrió la ciudad con la reestructuración urbanística para las Olimpiadas del 92, abriéndose al mar. 

Siempre me ha gustado la naturaleza, disfrutar de lugares con poca gente, buscando calas remotas y de difícil acceso; sentarme en esos parajes naturales y disfrutar de los cambios casi inapreciables que suceden en el cielo y en el mar cada segundo.

Y ahí, envidiaba a los marinos. Los veleros que pasaban en silencio, jugando con el mar y el viento, me hacían imaginar y vivir esa sensación de paz y de aventura al mismo tiempo. Luego, llegaba un velero y fondeaba – ¡Qué lugar más privilegiado! – pensaba. – ¡Esos son los auténticos ricos y privilegiados! ¡Yo debo de estar ahí!. Y empezó el reto o el sueño, llámalo como quieras, pero lo tengo que conseguir.

Así, en el 2006 me apunté en una escuela para sacarme el título de PER. Sentía que me estaba introduciendo en el mundo náutico, pero aún lo veía como más reto cuando el aula estaba llena de pijos, o con papá con barco o con pinta que si lo pedían al papá se lo compraba. Ninguna mujer.

Ya tenía el título, y un amigo también. ¡La Dirección General de la Marina Mercante me autorizaba a pilotar barcos de hasta 12 metros de eslora! ¡Increible! Saber interpretar todas las balizas y luces, cosa que a los pocos días del examen se había olvidado, y unas prácticas, que en verdad fueron un paseo con cervecitas, parece que era lo necesario para navegar y ser el patrón de una embarcación…

Aún así, nos lanzamos. Alquilamos veleros y nos enfrentamos a muchas situaciones de estrés que no sé ni cómo nos salimos. ¿Cómo hacemos para aprender más de navegar a vela? Encontramos un amigo de una amiga que vivía en su velero, y como favor, por muy poco dinero, nos empezó a dar clases en su barco. Con el tiempo, puedo decir, que era uno más de los que navegan por intuición, más que por conocimiento.

Nos apuntamos a más salidas, que las venden como cursos de 4 ó 5 horas en el mar; a alguna regatilla de club en barco de algún conocido; más alquileres de veleros invitando a amigos y familiares. Aunque siempre me encontraba con situaciones que no acababa de entender, algunas más peligrosas que otras, creía que sabía navegar. Pero me seguía pareciendo arbitrarias muchas decisiones. ¡Caza más! ¡más! ¡vale!. ¿por qué vale? ¿por qué más?. No escondo que, cuando el patrón profesional me daba estas instrucciones, alguna vez cacé más de lo que me decía. Y lo curioso es que no lo notó, todos veíamos las velas y el comportamiento del barco y nunca no lo corrigió. Por eso lo de arbitrario. Pensaba, qué más da un poco más o un poco menos. El barco navega.

Entre tanto, fui sacando más títulos: Patrón de Yate y Capitán de Yate, este último por la parte romántica de aprender a navegar sin electrónica, únicamente con los astros.

Intentando entender más, caí en Youtube y en Vimeo, la universidad de muchos hoy en día. Ahí sentí que tenía saturación de información. Charlas muy técnicas, seguramente dirigidas a regatistas. Veía que me faltaba mucho por aprender, pero necesitaba que me ordenaran los conceptos, me explicaran lo importante. Tenía claro que mucho de lo que me tragué tenía el objetivo de ganar 0,2 nudos más de velocidad, cosa que a mí me daba absolutamente igual.

Fue entonces cuando oí de un curso de vela, para cruceristas, no regatistas. Pensé -será más de lo mismo-. Pero puede ser la oportunidad para que mi pareja se introdujera algo en este mundillo; hasta ahora, su relación con el mar era paseo de berberechos en el barco y tomar el sol. Cosa que está bien, pero ¡a mí me gusta navegar!

Tenía pocas expectativas. Pero esperaba obtener los cuatro criterios fundamentales que me fueran útiles.  Estaba cansado de cursos, webinars, y consejos de navegantes, con criterios de alto nivel para regatistas, o bien, con criterios subjetivos para navegar, a veces, incluso contradictorios.

¡Qué lástima que no encontrara este curso hace 15 años! El tiempo y la pasta que me hubiera ahorrado… Lo recomiendo a todo navegante y a cualquiera que le motive la náutica. De hecho, creo que este curso debería ser obligatorio para poder alquilar un velero. Así, se evitarán muchas situaciones de estrés y navegarán de forma mucho más segura. Tener bien trimadas las velas no es sólo un objetivo de regatistas, también es la manera de navegar de forma segura.

Por fin tengo claros criterios para trimar velas a un rumbo y he aprendido a razonarlo.  Ahora cuestiono cómo lo hacen muchos patrones con muchos años de experiencia. Veo que muchos navegantes aplican un criterio arbitrario para decidir cuánto largar o cazar una escota, sin hablar de las drizas, que pocas veces las tocan. Ahora ajusto escotas con precisión de 1 ó 2 centímetros, y percibo cómo cambia toda la configuración del barco. ¡Es increíble el dominio que se obtiene con este curso!

Acabé el curso con tal confianza que hasta pensé en comprar mi primer barco. ¡Yo también puedo ser armador! ¿un nuevo sueño?

Empecé a mirar anuncios por internet, a pasar la voz. Pero, la verdad, no dejo de ser un novato. ¿no será este barco un apartamento flotante amueblado a lo Ikea? ¿El precio es razonable? ¿aguantará travesías? Y, ahí, el apoyo y orientación que me empezaron a dar desde Naveguem fue increíble.

¡Estas navidades compré mi barco! ¡El Llop marí! ¡Un barcazo! Algo impensable sin la colaboración del CTV Naveguem. Es un North Wind 38, de los pocos que se hicieron en el astillero de Barcelona. 

Otro sueño cumplido. ¿Siguiente sueño? ¡Disfrutarlo! ¡Hacer muchas millas! Y además, compartirlo con los miembros de la comunidad Naveguem més, gente apasionada con la misma formación, con ganas de trimar bien las velas, de disfrutar en cada maniobra.

¡Nos vemos en el mar!

Enrique Alvarez

4 Comentarios

  1. Montse

    Grande !!!!
    Yo espero tener mi barco también !!!!
    En mi caso tampoco vengo de tradición marinera, leonesa de nacimiento, así que… a ver si te sigo la huella convirtiéndome en armadora

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    • admin

      ¡Seguro que sí! ¡Te ayudaremos a encontrar el barco adecuado a tu plan de navegación!

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  2. Manuel

    Me siento en situación parecida de felicidad…

    Casi veinte años de monitor de vela ligera porque tenía la necesidad imperiosa de navegar a vela y no tenía embarcación… Hasta ahora.

    Veinte años de motoras, de voces, de calor y de salitre pero disfrutando del viento aunque sea formando a ilusionantes futuros marinos.

    Pero ya ha llegado mi hora… Con poco presupuesto y conformándome con poquito, a la mínima que he podido me hecho también armador de un “pequeño” 24 pies: un EDEL IV: velero francés casi de mi misma edad y con el que piensa enamorarme, más aún si cabe, de la mar, el viento y las olas.

    ¡Que lo disfrutes!, ¡Que lo disfrute!

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    • Juan Manuel Tello

      ¡Enhorabuena Manuel! Es una eslora muy técnica, para disfrutar y aprender mucho.
      ¡Buena proa y buen viento!

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